miércoles, 15 de abril de 2015

La dieta de la depresión


El mejor enlace con la realidad no es ni más ni menos que el amor.
Cuando los bordes que separan la realidad y la fantasía se tornan difusos, el yo sufre un declive.
El mundo comienza a sufrir y se convierte en una miscelánea entre dos territorios, uno ignoto y la realidad compartida. Parece que no se puede ver el afuera si no es a través de gruesas proyecciones de la realidad interna. El mundo gira con el sujeto como centro, es una regresión, esto es, un retorno a la situación egocéntrica del bebé y el niño. La persona puede ser adulta, pero su edad emocional regrede. Sufre una transformación.
En tal caso el ánimo y la percepción empiezan a cobrar valores grises, no se ve ni interpreta con lucidez, surge un desánimo que se retroalimenta con la suspicacia.
Poco a poco, el estado de ánimo va sufriendo un declive más hondo, las relaciones empiezan a desaparecer y a volverse peligrosas. La persona se repliega sobre sí misma incrementando su malestar.
El hecho de "comunicarse" con una misma te hace estar fuera de cobertura para atender y entender el exterior, el resultado es que permaneces con tu caos, con una anarquía mal gestionada.
Cambia de régimen.

Rodrigo Córdoba Sanz

1 comentario:

  1. Me ha parecido una descripción muy significativa la que hace del estado de depresión, asociándola a una dieta, qué tipo de información digerimos en esos estados y como podemos cambiarla por la alimentación contraria para contrarrestar esos efectos tan nocivos. Sólo que a veces la persona no siempre puede hacer ese cambio, quiere pero no puede...

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