TEORIA DE LA CORAZA MUSCULAR
Wilhelm Reich fue uno de los primeros psicoterapeutas y psicoanalistas
que se concentraron en la interacción entre el cuerpo y la psiquis, y
desarrollaron un tratamiento que compromete a la totalidad del sujeto.
Su carrera fue sumamente interesante y aún más controvertida. Médico de
formación, Reich se acercó al psicoanálisis a partir de sus estudios de la
sexualidad. Dentro del psicoanálisis utilizó las teorías de la sexualidad como
la base para sus estudios relacionados con el bloqueo de ciertos sentimientos
«negativos» que a la larga lo llevarían a su teoría del Orgón o energía
orgónica.
A través de sus largos estudios Reich llega a la hipótesis de que
el cuerpo tiene una coraza muscular y que existen diferentes zonas de emociones
o anillos en los cuales la energía se acumula y se estanca. En este sentido es
uno de los primeros terapeutas en integrar al individuo en una visión holística
que incluye el cuerpo y la psiquis, ambas en forma activa en el tratamiento
terapéutico.
Observó que el cuerpo se contrae en una posición de defensa para evitar
que algunos sentimientos no deseados entren en la conciencia. Cuando tales
comportamientos de defensa se mantienen durante un largo período, la
contracción se vuelve crónica y los músculos forman una coraza que sólo se
disuelve mediante la terapia.
Reich trabajó con los pacientes frente a frente; estudiaba la expresión
de su rostro, el lenguaje de su cuerpo y sus gestos. Los alentó para que
articularan su movimiento con aquello que expresaban, a fin de obtener una
imagen más clara de los sentimientos inconscientes que implican los
movimientos, procurando integrar estas técnicas dentro del marco
psicoanalítico.
Para Reich la respiración era importante e influía en la psiquis.
Comprobó que las primeras reacciones de defensa para evitar un sentimiento
perturbador consistían en bloquear la respiración, cerrando la caja torácica y
el diafragma. Por esto, el primer paso de Reich en su procedimiento terapéutico
consistía en hacer que el paciente respirara con facilidad y profundidad. Y el
segundo paso era movilizar cualquier expresión emocional que se exteriorizase
más claramente en la cara o en la actitud del paciente. A partir de esto podía
seguir liberando sentimientos y memorias asociadas.
En esencia el objeto de su terapia era que el paciente desarrollara su
capacidad de entregarse plenamente a los movimientos espontáneos e
involuntarios del cuerpo que constituían parte del proceso respiratorio. Por
eso insistía en que la respiración fuera lenta y profunda. Entonces las ondas
respiratorias producían un movimiento ondulatorio en el cuerpo que Reich
llamaba ‘reflejo del orgasmo’.
Reich llegó a creer que la respiración no sólo aporta oxígeno sino
también una forma diferente de energía. Para probar esta teoría diseñó diversos
instrumentos destinados a la energía eléctrica acumulada en el cuerpo humano.
Por ejemplo, demostró que los seres humanos producen grandes cantidades de
energía durante el orgasmo, y llegó a la conclusión de que la energía orgásmica
tiene una gran importancia para el bienestar.
Para Reich, enseguida quedó en claro que la misma energía estaba
presente en todo el universo. Por lo tanto, construyó instrumentos capaces de
extraer esa energía -que denominó <>- y concentrarla.
Pero volviendo a su teoría de la coraza, Reich investigó cómo las
perturbaciones psíquicas generaban una solidificación de la energía. Ello
impedía su fluidez y terminaba creando una coraza del carácter y una coraza
muscular.
En relación a la coraza del carácter, utilizada como defensa por el
sujeto, Reich nos dice en su libro Análisis del Carácter: “…es como si la
personalidad vistiese una coraza, un rígido caparazón sobre el cual
rebotan por igual los golpes del mundo exterior y las demandas internas. []…la
coraza caracterológica consume energía, pues se mantiene mediante el continuo
consumo de energía vegetativa que de otra manera, en condiciones de
inhibiciones motrices crearían angustia. El consumo de energía vegetativa es
pues una de las funciones de la coraza caracterológica”. Y en el mismo texto
aclara “la inhibición de la agresión y el acorazamiento psíquico van paralelos
a un aumento del tono incluso a una rigidez de la musculatura. []… todo
neurótico sufre de una distonía muscular y toda cura se refleja directamente en
un cambio de habito muscular. El aumento de tono muscular es una función sexual
parasimpática y la disminución del tono muscular y la parálisis muscular una
función angustiosa simpática.”
Reich estudia la energía vegetativa, y llama posteriormente a su teoría
vegetoterapia. En su teoría el sistema vegetativo y el sistema psíquico están
nutridos de energía orgónica.
Antes de avanzar en relación a los distintos anillos de concentración
de la energía dentro de la coraza muscular y su relación con las
manifestaciones psíquicas entendemos que es conveniente repasar en pocos
párrafos los conceptos relacionados con el sistema vegetativo.
En nuestro sistema nervioso existen dos grandes ramas: el sistema
psicomotor voluntario que comandamos conscientemente y a voluntad, y el sistema
nervioso autónomo, encargado de mantener en funcionamiento la parte vital o
vegetativa- circulación sanguínea, secreciones glandulares,
digestión, etc.
A su vez el sistema nervioso autónomo o vegetativo tiene dos
modalidades de funcionamiento que constituyen dos sistemas interdependientes y
complementarios: el simpático y el parasimpático. Ambos ejercen una influencia
opuesta sobre cada órgano del cuerpo. Por ejemplo, el simpático dilata las
pupilas mientras que el parasimpático las contrae. El simpático inhibe las
glándulas lacrimales mientras que el parasimpático las estimula. Lo mismo
ocurre con las glándulas sudoríparas, sexuales y digestivas.
Un funcionamiento sano, equilibrado se puede ver en el ejemplo del caso
del ojo: a una gran entrada de luz el parasimpático reacciona contrayendo las
pupilas. Cuando el estímulo disminuye el simpático las dilata.
Si una de estas ramas del sistema autónomo predominara sobre la otra
podría decirse que el organismo está enfermo.
El simpático adquiere su máximo funcionamiento en las situaciones de
peligro, cuando hay que enfrentar a un enemigo externo ya se peleando o
huyendo. En esas situaciones la musculatura se pone tensa, la sangre abandona
los capilares subcutáneos para aumentar el torrente sanguíneo de los músculos,
el corazón se acelera y las glándulas suprarrenales secretan más adrenalina. A
su vez el parasimpático también reacciona cortando la digestión.
Por otra parte, el parasimpático ejerce su función principalmente en
las situaciones placenteras y de relajación: sueño, alimentación, acto sexual.
En términos generales puede decirse que el simpático significa contracción y el
parasimpático expansión del organismo. Si un individuo está sano sus dos
sistemas funcionan equilibradamente sin entorpecer uno la actuación del otro.
Es decir, cuando pasa la situación de peligro o estrés el simpático deja de
funcionar al límite para dejar lugar a la acción de relajación completa o al
sueño reparador.
Volviendo a la teoría de la coraza muscular de Reich, la inhibición o
represión de cualquier emoción fuerte, como odio, angustia o placer, se
encuentra asociada a una alteración de la musculatura, bien sea en forma de un
aumento del tono muscular (contracción) o de la reducción del mismo (flacidez),
así como a otros síntomas simpáticos o parasimpáticos.
Todos los sujetos incurren en estos mecanismos a lo largo de su vida,
desplegando una serie de defensas o resistencias individuales que van
conformando una unidad organizada y personal, bio psico social (no por cierto
es este el lenguaje utilizado por Reich pero refleja en nuestra opinión su
enfoque holístico del ser humano). A esa estructura – hoy diríamos estilo de
personalidad - es a lo que Reich denomina coraza del carácter o
caracterológica. Es la suma total de las actitudes, los modos de reacción
característicos de cada individuo. Para Reich el desarrollo del carácter es un
proceso de evolución progresiva de disociación y antítesis de funciones
vegetativas sencillas, de fuerzas que actúan en diferentes direcciones.
Nuevamente diremos que, al igual que el funcionamiento equilibrado de
los sistemas simpático y parasimpático permite la adaptación y salud del organismo,
esta coraza del carácter es igualmente funcional a la supervivencia y
adaptación del sujeto en su medio. Es la forma de defensa y de adaptación con
las que el sujeto cuenta a lo largo de las diversas situaciones de la vida. Sin
embargo la coraza puede tener una cara disfuncional como veremos más adelante,
que es la que se configura en las psicopatologías.
Para Reich la rigidez física, muscular constituía la parte más esencial
del proceso de represión. Experimentó con sus pacientes cómo la disolución de
la rigidez muscular liberaba la energía y como también volvía a traer a la
memoria el recuerdo de la situación infantil en que se había efectuado la
represión. En cada rigidez muscular estaba contenida la historia y el
significado de su origen. Por lo tanto para él no era necesario deducir a
partir de los sueños o asociaciones la forma en que el sujeto desarrolló su
coraza muscular sino que la coraza misma era la forma en que la experiencia
infantil continuaba presente como agente perjudicial. Esto le permitía un
abordaje más corporal a los conflictos psíquicos. Podemos entender esto como un
antecedente del concepto del ‘aquí y ahora’ de la Gestalt.
Es importante recalcar que para Reich esta coraza se construía desde la
primera infancia, con la evolución progresiva arriba mencionada. El niño
controla y reprime sus emociones, mimetizando inconscientemente las actitudes y
posturas corporales de sus padres, internalizando motriz y muscularmente el
esquema corporal que la familia le ofrece para su imitación. Y el niño agrega a
esto sus propias ‘variaciones’ personales. No existen dos individuos que
presenten exactamente la misma manera de hablar, el mismo bloqueo respiratorio
o la misma manera de caminar. Cada sujeto es una expresión única. Pero esto no significa
que el niño invente su propia coraza desde cero.
Esa coraza posible, la que ha construido cada individuo, se constituye
así en su defensa frente a las pulsiones internas y a las agresiones del mundo
exterior. Esta forma de relación de objeto estará luego – valga la redundancia
- relacionada con las formas de interrupción del contacto de la Gestalt como
veremos más adelante, especialmente con la introyección y la retroflexión.
La coraza funcional sería según esta visión, la que es propia del
individuo sano, que es una coraza que el individuo puede dominar en vez de
estar a merced de ella. Es una coraza lo suficientemente flexible para permitir
la adaptación al medio. Es lo que Reich llamaría un carácter genital (“cuando
las reacciones emocionales no están inhibidas por automatismos rígidos, cuando
el individuo es capaz de reaccionar biológicamente en base a la situación en la
cual se encuentra” Reich, 1978, pag 368).
En otras ocasiones las personas se forjan una coraza que a diferencia
de la anterior, funcional al crecimiento, es rígida, incapaz de ser manejada en
forma voluntaria y racionalmente por el sujeto. Y esta es la coraza
disfuncional. Es aquella en la cual el sujeto acumula energía psíquica, que
permanece bloqueada en su estructura muscular. Es lo que Reich llama un
carácter neurótico “cuando su organismo está dominado por una coraza
rígida que el individuo no puede dominar o eliminar” ibid, pag 368.
Estructura de la coraza muscular crónica
La coraza muscular crónica tiene una estructura que sigue tres ejes que
son espaciales y temporales.
Los siete ejes, rápidamente podemos reconocerlos en:
El anillo Ocular: Internamente incluye lo que está arriba del paladar:
nervio óptico, oído intermedio, base del cerebelo, cerebro, etc. Externamente
la musculatura de la frente, ojos, pómulos, nariz, oreja.
Se expresa en la inmovilidad de la frente y los párpados, la expresión
vacía de los ojos o en ojos saltones, una expresión como de máscara o de inmovilidad
a ambos lados de la nariz.
El anillo Oral: Internamente incluye la lengua, faringe, glándulas
salivales, las 3 primeras vértebras. Externamente labio superior, inferior,
mentón, base de la mandíbula inferior, región occipital.
La disolución de la coraza del mentón da como resultado clonismos en
los labios y las correspondientes emociones de llanto o el deseo de succión.
Ahora bien, las emociones de llanto, de morder con rabia, de
gritar, chupar y hacer muecas de todas clases dependen de la movilidad del
segmento ocular. Ambos segmentos forman una unidad funcional.
El anillo del Cuello: Internamente incluye el esternocleidomastoideo,
traquea, tiroides, base de la lengua y las 4 últimas vértebras cervicales. Se
puede comprender la función emocional de este anillo imitando la actitud de
contener ira o llanto. Se da una suerte de proceso de “tragar emociones” que se
puede interrumpir terapéuticamente despertando el reflejo del vómito. Con este
reflejo la onda de excitación del esófago se desplaza en sentido contrario a la
que tiene lugar al tragar la ira o el llanto.
Ejercitando el reflejo del vómito se pueden poner en libertad las
emociones contenidas en este acorazamiento.
Esta coraza está ligada con la retroflexión, con el proceso
disfuncional de ‘tragar emociones en lugar de vomitarlas’.
El anillo Torácico: Incluye los hombros, brazos, omóplatos, pulmones,
corazón, esternón, las 9 primeras vértebras dorsales, esófago, espacio
intercostal entre la 5ª y la 6ª costilla. En este anillo se retienen principalmente
sentimientos de rabia, y pueden descargarse mediante el deporte, al igual que
los pélvicos.
El acorazamiento se expresa en una actitud crónica de inspiración,
respiración superficial e inmovilidad de la caja. La actitud de inspiración es
el medio más efectivo para suprimir cualquier tipo de emoción.
La dilatación crónica del tórax se da junto con una tendencia al
aumento de la presión sanguínea, palpitaciones, angustia y en casos
severos dilatación del corazón. Es lo que se denomina ‘el pecho acorazado’ y
suele ser la parte central de la coraza concebida como un todo.
La expresión aquí es fundamentalmente de auto control y de contención.
También en este caso encontraremos una relación clara con la retroflexión.
El anillo Diafragmático: Se extiende entre la punta del esternón y las
costillas falsas. Parte superior de los músculos abdominales, diafragma,
hígado, páncreas, estómago, riñones, plexo solar. Existe una conexión estrecha
entre los anillos ocular y diafragmático: puede verse en la respuesta corporal
de sorpresa de inspiración-contracción del diafragma-apertura de los ojos –
tensión de la frenteEl mecanismo central de este anillo es el bloqueo
diafragmático, una respiración ‘hacia adentro’ y no espontánea.
El organismo se defendería de las sensaciones de placer o de angustia
que aparecen en forma inevitable con el movimiento diafragmático.
El anillo Abdominal: Incluye los músculos abdominales hasta 4 cms
debajo del ombligo, vértebras lumbares, intestino .
La disolución de este segmento es la más fácil de todas, luego del
trabajo previo progresivo de la disolución de las corazas de los anillos
anteriores.
El anillo Pélvico: Comprende el bajo abdomen, pelvis, piernas,
genitales, vejiga, ano, recto, periné sacro-coxis.
En este anillo se retienen principalmente sentimientos de rabia.
Existe una angustia pélvica y una cólera pélvica específicas. El placer
inhibido se convierte en impulsos de cólera pues la coraza no permite el
desarrollo de movimientos involuntarios. Esto puede dar origen también a
constipación, inflamación de ovarios, tumores, impotencia erectiva, vaginismo y
otras afecciones psicosomáticas.
Nuevamente el ‘volver hacia adentro’ de la inhibición pélvica nos
remite a una interrupción de contacto de la gestalt, la retroflexión, en un
paralelismo bastante claro con la teoría reichiana.
Además cada anillo ofrece también síntomas notables de bloqueo en
edades determinadas. Por ejemplo el anillo ocular exterioriza su máxima tensión
(problemas visuales) en la pubertad. El anillo del cuello suele bloquearse
alrededor de los dos años de edad, cuando el niño adquiere el habla y se le
reprime el llanto como medio expresivo. A los dos años también suele alcanzar
el control de esfínteres con lo cual se provoca el primer bloqueo pelviano. Un
segundo bloqueo de este anillo se produciría a los 4 o 5 años con la
exploración masturbatoria. El anillo pelviano adquiere su acorazamiento final
durante la adolescencia (15-16 años).
En cada etapa se bloquea aún más el diafragma para disminuir las
sensaciones displacenteras que provienen del sector pélvico y para inhibir la
respiración.
En el segundo eje se puede discernir en cada anillo dos estratos de
tensiones, una superficial y otra profunda. De esto se deduce un ordenamiento
periférico y un ordenamiento central de las tensiones.
Dicho de otra forma tenemos un nivel más fácil y otro más difícil de
desbloquear. El nivel periférico podríamos decir que es aquel que se relaja
durante el sueño profundo, y el nivel central sería el que nunca se
relaja.
En el tercer eje se advierten tensiones de origen reciente, antiguo y
más primitivo. Esas etapas podrían corresponder con los estadios de desarrollo
de la sexualidad, a los 2, 6 y 11 años. Este ordenamiento temporal se advierte
observando la expresión global de la coraza en todos sus anillos: las más
recientes cicatrices o heridas de la coraza son las primeras en aparecer a la
conciencia del sujeto al iniciarse un tratamiento por cualquiera de los
anillos.
Un individuo con coraza muscular crónica es alguien que nunca, ni
siquiera al dormir, deja de hacer funcionar a un cierto nivel su sistema
simpático. Nunca puede relajarse totalmente, tiene energía constantemente
acumulada en sus músculos. Puede decirse que nada de lo que hace lo hace a
fondo. No duerme del todo, no respira del todo, mira y no ve todo lo que hay
para ver, no se entrega del todo sexualmente etc. Este concepto nos remite
nuevamente al concepto de retroflexión.
Esta coraza muscular - la suma total de los espasmos musculares
crónicos – se fue formando ante las diversas agresiones del medio, de los
padres principalmente. Una vez formada tiene por función no solo limitar la
amplitud y variedad de las emociones sino también la amplitud y la variedad de
los movimientos y la profundidad de la respiración, para producir menor
energía.
RETROFLEXIÓN EN GESTALT
La influencia de Wilhem Reich en Perls y en la gestalt ha sido clara y
fuerte. Sin embargo, la gestalt comparte algunos supuestos teóricos y difiere
en el enfoque terapéutico frente a los mismos.
Un aporte nuevo de la gestalt es el del ciclo del contacto. El concepto
de ciclo de la experiencia o ciclo del contacto es reconocido por la gestalt
como el núcleo básico de la vida humana, dado que ésta no es más que la
sucesión interminable de ciclos. También se le conoce como el "Ciclo de la
autorregulación organísmica", pues se considera que el organismo sabe lo
que le conviene y tiende a regularse por sí mismo.
Esta conceptualización pretende reproducir cómo los sujetos establecen
contacto con su entorno y consigo mismos. Explica también el proceso de
formación figura/fondo: cómo surgen las figuras de entre el fondo difuso, y
cómo una vez satisfecha la necesidad dicha figura vuelve a desaparecer.
El ciclo de la experiencia se inicia cuando el organismo, estando en
reposo, siente emerger en sí alguna necesidad. El sujeto toma conciencia de
ella e identifica en su espacio algún elemento u objeto que la satisface. Este
elemento se convierte así en figura, destacándose sobre los demás que son el
fondo. El organismo moviliza entonces sus energías para alcanzar el objeto
deseado hasta que entra en contacto con él, satisface la necesidad y vuelve a
entrar en reposo nuevamente.
En el esquema clásico del ciclo se identifican seis etapas sucesivas:
1) Reposo; 2) Sensación; 3) Darse cuenta o formación de figura; 4) Sensorio
Motriz o de la energía; 5) Acción; y 6) Contacto.
En el reposo o retraimiento el sujeto ya ha resuelto una Gestalt
anterior, y se encuentra en un estado de equilibrio, sin ninguna necesidad
apremiante.
En la fase de sensación el sujeto es sacado de su reposo porque siente
"algo" difuso, que todavía no puede definir. Como por ejemplo, puede
sentir movimientos peristálticos o sonidos en su estómago, o cierta
intranquilidad.
En el darse cuenta o percepción o formación de figura, la sensación se
identifica como una necesidad específica (siguiendo los ejemplos anteriores se
identificaría como hambre o como preocupación, respectivamente) y se identifica
también aquello que la satisface: se delimita cierta porción de la realidad que
adquiere un sentido vital muy importante para el sujeto, es decir, se forma una
figura.
En la sensorio motriz el sujeto reúne la fuerza o concentración
necesaria para llevar a cabo lo que la necesidad le demanda.
En la acción, el individuo moviliza su cuerpo para satisfacer su
necesidad, concentra su energía en sus músculos y huesos y se encamina
activamente al logro de lo que desea.
En la etapa final, el contacto, se produce la conjunción del sujeto con
el objeto de la necesidad; y, en consecuencia, se satisface la misma. La etapa
culmina cuando el sujeto se siente satisfecho, puede despedirse de este ciclo y
comenzar otro.
Sin embargo no siempre se cumple este ciclo completo de la experiencia
o del contacto y el sujeto experimenta interrupciones en alguna parte del
mismo. Para la gestalt estas interrupciones funcionan conceptualmente como los
mecanismos de defensa psicoanalíticos: medios de los que se vale el sujeto para
evitar el afrontamiento con la experiencia vivida como peligrosa o
angustiante. Un elemento que tienen en común gestalt y psicoanálisis es que la
salud es vivida como fluidez energética, como la capacidad ‘de pasar a otra
cosa’ en términos psicoanalíticos, o a otra configuración o gestalt. El
estancamiento energético que en gestalt se refleja en la interrupción del
contacto es el forjador de enfermedad psíquica y en algunos casos de
enfermedades psicosomáticas, como es el caso de la retroflexión, un tipo
específico de interrupción.
En Gestalt los mecanismos de defensa antes que proteger al Yo de las
pulsiones internas amenazantes o de las amenazas externas vividas como
subjetividad como son conceptualizados en psicoanálisis – donde el ejemplo
primero de defensa fue el concepto mismo de represión - son concebidos como
formas de evitar el contacto, tanto interno como externo, en un enfoque más
interpsíquico. Son auto interrupciones del ciclo de experiencia que tienen la
finalidad de evitar el dolor, el sufrimiento, no sentir, no vivir, separarse de
lo amenazante en uno mismo, huir del estrato fóbico, etc. Persiguen el objetivo
que el sujeto se defienda y pueden dar lugar a diversos tipos de patologías como
la introyección, la confluencia, la proyección y la retroflexión.
Retroflexión
Un ciclo interrumpido es una Gestalt inconclusa; “un ente que
parasitará al organismo consumiendo su energía hasta verse satisfecho. “
(Polster, 2001)
En palabras de Perls “el introyector hace lo que los demás quieren que
haga, el proyector hace a los demás lo que él acusa a los demás de hacerle a
él, el hombre en confluencia patológica no saber quién le está haciendo
qué a quien. Y el retroflector se hace a si mismo lo que le gustaría hacer a
otros” (Perls, 1973, Pág. 50)
Cuando alguien retroflecta una conducta deja de dirigir sus energías
hacia fuera, reorienta su actividad hacia adentro y se sustituye a sí mismo por
el ambiente como objetivo de comportamiento. Así llega a constituirse como el
peor enemigo de si mismo. Es el equivalente de ese ‘tragar emociones en lugar
de vomitarlas’ o tragarse el vómito como una vuelta hacia sí mismo de lo
nocivo, de lo tóxico que no puede enfrentar, con lo que no puede contactarse,
justo antes del momento de pasar al hecho, a la acción.
En la retroflexión el sujeto no se atreve a actuar sus deseos o
impulsos debido a la acción patológica de introyectos previos. Así dirige esos
deseos o impulsos hacia sí mismo por ser esto menos peligroso: se autoagrede
deprimiéndose; desarrolla trastornos psicosomáticos; se desvaloriza, etc. Su
frase es "Me odio para no odiarte". Su extremo es el suicidio, en un
“quiero matar a otros y me mato”.
En otro punto coincidente con la teoría reichiana, la sexualidad, la
ira y el enojo son las emociones que suelen retroflexionarse o estancarse en la
coraza, como diría Reich.
En su forma más avanzada la retroflexión se convierte en auto agresión.
Puede verse en formas diferentes como el bruxismo, comerse las uñas, clavarse
las uñas, auto lesionarse y en disfunciones de la sexualidad. En el lenguaje se
reconoce en frases peyorativas de si mismo, “soy un tonto”, “no sirvo para
nada”.
En su forma más atenuada el retroflector ejerce un fuerte autocontrol,
una fuerte auto contención. Esto igualmente genera una acumulación en partes
específicas de la coraza, y dependiendo de su ubicación, le dan al sujeto
retroflector un aspecto característico.
En su parte funcional, la retroflexión es la responsable de actitudes
sociales y de convivencia, de la vergüenza y del sentido del humor.
En su faceta disfuncional el sujeto acumula energía en su sistema
vegetativo y en su sistema muscular, con altas probabilidades de enfermedades
psicosomáticas. Esa sobrecarga por anulación de la exteriorización produce un
gran desgaste interno, gran estrés físico y psíquico del sujeto, que se
escinde, “se desdobla en observador y observado, en uno que hace y uno que es
hecho.” Polster, 2001.
El sujeto retroflector puede hablar solo, consigo mismo, generar una
actitud de aislamiento que es en el fondo una escisión entre su deber ser y sus
impulsos internos, permaneciendo atrapado entre fuerzas antagónicas y
estancadas que no le permiten una salida de crecimiento. Los brazos tensos, los
puños cerrados, las mandíbulas apretadas, el tórax o la pelvis inmóviles, el
bruxismo, el entrecejo constantemente fruncido son todas expresiones musculares
de auto control. Han sido formas de controlar situaciones conflictivas o
displacenteras, generalmente asociadas a introyectos tóxicos, que no han podido
ser asimilados, y que perduran, registrados en la musculatura y en el
inconsciente del sujeto. Todas estas son características de una coraza
disfuncional.
El movimiento hacia el desarrollo consistiría en finalmente poder
redirigir la energía hacia formas de tramitación y descarga, hacia la fase de
la acción. Pero en la retroflexión el impulso a tomar contacto con los demás
está gravemente encubierto, es fuertemente resistido, por lo cual el primer
paso de la cura debe dirigirse hacia la toma de conciencia.
Las resistencias a liberar la actividad retroflexionada se presentan
según Polster en dos niveles de toxicidad. En el nivel más moderado el
individuo por lo menos hace lo que necesita para sí en una especie de actitud
de relativa auto satisfacción. Pero cuando pasa al segundo nivel la atención a
las necesidades internas es mínima y suele sentir que no hay contacto posible
con el mundo ni consigo mismo. Cuando se alcanza ese segundo nivel y trata de
desandar en ese proceso retroflexivo que tanta sobrecarga energética le causa,
el terapeuta suele utilizar una primera etapa de relajación de la musculatura,
o de aflojamiento del sistema de acción.
Este ejercicio de movilidad inicial, aunque sea muy incipiente, puede
ayudar al sujeto a moverse hacia sí mismo y re energizarse para iniciar luego
un proceso de movimiento hacia el mundo exterior. La persona debe comenzar a
aceptarse a si misma, pasar por una etapa de transición en la cual se pueda
reabrir el flujo natural de energía, que en el segundo nivel de retroflexión se
halla congelada, estancada. Esto genera una actividad de la coraza muscular
donde los primeros intentos suelen ser también más torpes.
El sujeto debe tomar conciencia de su gestualidad, de sus
actitudes corporales, tomar contacto con lo que siente, ser auto consciente. Al
entender qué pasa en su interior su energía movilizada podrá buscar una salida
en la acción, cumplir el ciclo de la experiencia y cerrar esa gestalt
inconclusa.
Sin embargo el proceso no es fácil ni rápido.
La terapia gestáltica trabaja en una doble vía para ayudar a las
personas retroflectoras. Por una parte utiliza técnicas corporales como la
relajación (apoyada en el sistema parasimpático), la respiración (apoyada en el
sistema voluntario e involuntario-vegetativo) y el movimiento (apoyado en la
motricidad, voluntario). Y por otra utiliza la vía de la palabra, del tornar
consciente, del darse cuenta.
A través de ejercicios de relajación busca aliviar el nivel de tensión profundo,
el nivel central de tensión psíquica reflejado en la coraza muscular, que es el
más difícil y largo de trabajar.
La respiración, que también en la gestalt y en la bioenergética es la
vía energética por excelencia, puede ejercitarse en varios niveles. En el nivel
de caja o abdominal, en el nivel medio o intercostal, en el nivel alto o
clavicular – todos coincidentes con anillos de la coraza reichiana - y
finalmente en una suma de las anteriores, que es la respiración completa. Cada
una de ellas permite abrir nuevos canales allí donde la energía había quedado
estancada. Es interesante resaltar que existen ejercicios de respiración
asociados a cada anillo de la coraza reichiana.
A través de la respiración el sujeto puede pasar por una
experiencia en tres niveles de ordenamiento: el primero es la rabia, el segundo
es el miedo y el tercero es el amor. No es posible hacer emerger el miedo
contenido en un bloqueo si primero no surge el enojo, la rabia, la bronca. Y lo
mismo ocurre con el amor, no es posible que emerja si antes no han salido la
rabia y el miedo. En esto observamos un paralelismo con el concepto de
desbloqueos en secuencia de los anillos, según la terapia reichiana.
El trabajo corporal y el trabajo psíquico se encuentran unidos en la
terapia gestáltica y ambos coinciden en el contacto, momento doloroso cuyo
producto es el cambio de uno mismo, y de la experiencia propia y personal con
el mundo.
La terapia gestáltica consiste en rectificar las falsas
identificaciones, restablecer la capacidad de discriminar, que el retroflector
pueda descubrir qué es él mismo y qué no es él mismo, lo que lo realiza y lo
que lo frustra; en un camino hacia la integración. En ese proceso puede
utilizar técnicas reichiana, conceptos de coraza muscular y ejercicios físicos
especialmente basados en la respiración, y también en la relajación.
CONCLUSION
La vegetoterapia reichiana, derivación de la teoría psicoanalítica de
Wilhem Reich, y la gestalt comparten varios conceptos. Entre ellos el enfoque
energetista de la psiquis y la integralidad del sujeto como la conjunción
soma-psiquis. De hecho, uno de los aportes más significativos de Reich a la
psicoterapia fue el de tomar en cuenta el cuerpo, más específicamente la coraza
muscular como elemento de resistencia.
Reich decía que la solución neurótica al conflicto instintivo infantil
se daba a través de una alteración generalizada en el funcionamiento y que esto
finalmente se cristalizaba en el carácter neurótico. Reich introdujo el
contacto directo con el cuerpo en la psicoterapia – aspecto fundamental de la
terapia gestáltica - y rompió con el esquema psicoanalítico clásico.
Reich fue psicoanalista de Perls en su etapa neoyorquina. Perls fue
igualmente psicoanalista freudiano hasta edad avanzada. Perls incluyó mucha de
esta orientación en la teoría gestáltica, haciendo énfasis en la disociación
mente – cuerpo y en la lectura de la comunicación extra verbal del paciente:
voz, gestos, posturas y el lenguaje psicosomático. Un punto en común es la idea
de que la coraza muscular descubierta por Reich conduce a un estado crónico de
retroflexión.
Otro punto en común es el planteado por Reich en relación a que la
resistencia caracterial se revela en el "cómo" de las comunicaciones
del paciente y no en el "por que". Ambos coinciden en que cada sujeto
tiene un estilo en el que expresa su individualidad y en que el terapeuta que
pregunta “por que” está invitando al paciente a una racionalización, a dar
excusas, siendo que las preguntas más relevantes pueden ser respondidas a través
del ‘como’, ‘donde’ o ‘para que’.
El cómo ayuda a responsabilizarse, a encontrar soluciones, a indagar; sin embargo el por qué fragmenta, propio del psicoanálisis, tiende a hacer trozos para ir analizándolos. La Gestalt trata de integrar de una manera holista: mente, cuerpo y alma. Las técnicas, al fin y al cabo, no son tan distintas, es una cuestión de grado y también dos enfoques desde perspectivas diferentes: la síntesis y la fragmentación.
Ambos ven la terapia como una vía de crecimiento respetando el proceso
individual, que el sujeto se encuentre preparado en su futuro para enfrentar
situaciones difíciles sin necesidad de acudir de nuevo a actitudes neuróticas.
Las herramientas, las técnicas utilizadas en este punto son diferentes, siendo
que Reich lo logra a través de la disolución de la coraza del carácter y con
énfasis en lo intrapsíquico y Perls lo logra a través del análisis del punto de
contacto del sujeto y su mundo de relaciones. Ambos utilizan sin embargo
técnicas de contacto físico como ejercicios y respiración.
Para concluir, la salida de la encerrona de la retroflexión se
encuentra, en la terapia gestáltica, en el proceso del darse cuenta, ser
consciente de los propios mecanismos, movilizar esa energía estancada a través
de ejercicios de relajación y principalmente de respiración, y avanzar hacia el
contacto para finalmente poder cerrar esa configuración que durante tanto
tiempo – en ocasiones desde la niñez – ha impedido el crecimiento y el
desarrollo psíquico del sujeto.
Rodrigo Córdoba Sanz, Psicólogo y Psicoterapeuta.
http://youtu.be/djTMUpMCmv4 Nightwish -Walking in the Air-
Magnífico y muy completo.
ResponderEliminarGracias!