La persona que se duele de verdad puede llegar a derretir a quien le mira, como el fuego. Si, como terapeutas, nos alejamos demasiado para protegernos, corremos el riesgo de solo llegar a pensar el dolor del otro. La cosa probablemente funcionará, entre otras cosas porque el otro aprenderá a pensar su dolor. Pero también muy probablemente ese dolor solo sea pensado en un dolor recortado, y la energía vital generada solo dé para dar vueltas en la noria o, cuanto menos, se lentifique innecesariamente el proceso.
Albert Rams: "Clínica gestáltica"
http://youtu.be/i15eFc_BCu4
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