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Paz y Ciencia

miércoles, 3 de agosto de 2011

Triste Noticia

Isidoro Berenstein, quien participó en el Instituto Aragonés de Servicios Sociales deja un legado muy importante en el psicoanálisis y específicamente en el psicoanálisis vincular. En el tratamiento a familias desde la óptica del psicoanálisis siendo un pionero de esta perspectiva.
Psicoanalista. Miembro Titular en Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.


Co-Director Científico del Departamento de Familia y Pareja de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.

Director Científico del Departamento de Familia de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo.

Mary Sigourney Award 1993 por destacadas contribuciones al Psicoanálisis.

Presidente desde 2008 del Grupo de Trabajo de IPA, Family and Couple Perspectives.



Libros publicados, entre otros:



"Psicoanalizar una familia". "Lo vincular" (en col. con la Dra. Janine Puget). "El sujeto y el otro". "De la ausencia a la presencia", "Devenir otro con otro(s)". "Ajenidad, presencia e interferencia".

Entrevista concedida a elsigma.com




- A poco de haber obtenido su título de médico psiquiatra, en la década del ‘60 formó parte de “un grupo entre operativo y terapéutico” coordinado por el Dr. Enrique Pichón Rivière. ¿Cuáles fueron los aspectos más significativos de esa experiencia?







- ¡Hace tantos años! En ese grupo se hablaba, cada uno de lo suyo y Pichón también hablaba de lo que decíamos pero él enlazaba un hecho con otro, o sea pensaba en relaciones, aunque creo que en esa época no me daba cuenta. Quiero decirlo con una anécdota. Un colega contó que iba con su mujer en un tren y en el asiento de enfrente había una señora sordomuda. Lo que al marido le llamó la atención fue que su mujer se comunicara, se entendiera con ella, con palabras pero no solo, también con gestos, con movimientos corporales. Nuestro colega insistía en lo que para él era un misterio. Pichón Rivière le dijo-preguntó, pregunta que es una forma de decir, si su mujer estaba embarazada. No que supiera, hasta ese momento, dijo nuestro compañero, pero efectivamente lo estaba. ¿Ser psicoanalista es ser adivino? Me parece que no. Es establecer relaciones entre dos personas: la mujer de mi colega estando embarazada, sabiéndolo o no todavía, y como sin saberlo, desde el contacto con el propio cuerpo y con el otro, se encuentra con otra mujer que se vincula de otra manera, no de la manera convencional. Percibí que era posible conectarse con los otros no solo a través de las palabras, que frecuentemente dan a conocer y también permiten ocultar la conexión, también rige el deseo de captar y ser captado, no solo de entender. Entender se acerca a saber el significado que tienen las palabras y captar es hacer con el sentido que transportan en ese momento, en el ahora.



Pichón Rivière me marcó en los 60 en relación a tener una idea de conjunto, nunca de uno solo y a intentos de explicar un sector conjunto, como ser una comunidad. En una oportunidad nos llevó a hacer una investigación social sobre un hecho curioso: en esos momentos apareció en el conurbano oeste (Morón, Ramos Mejía) el rumor de que un hombre vampiro atacaba a las chicas y les chupaba la sangre. Hablando con los vecinos muchos decían con bastante convicción como era: si alto o mediano, si corpulento o delgado, si hombre o mujer. Pero nadie lo había visto. El asunto estaba muy difundido y un miedo real envolvía a la comunidad. Hablándolo con Pichón se concluyó que las condiciones de precariedad social, la falta de trabajo registradas principalmente como falta de comida, amenaza de hambre, se relacionaban con esa producción social. El rumor transformado generaba en el imaginario a un depredador que se valía de las chicas para “chuparles la sangre”. Un “chupasangre” era una expresión de aquella época para denominar popularmente a un explotador, aunque éste fuera una situación social.







- Son frecuentes sus referencias a Ignacio Lewkowicz, ¿Qué significó para usted el vínculo con el historiador y filósofo argentino?







- La relación con Ignacio comenzó poco antes de los ‘90 y se extendió hasta su muerte en 2004. Con las ideas surgidas de nuestro vínculo, y las ideas derivadas, la relación continúa.



Desde jovencito quise leer y conocer más profundamente eso que se llama “historia”. Entonces Ignacio era historiador. Pero las relaciones comienzan y si se permite tienen su propio recorrido, dicho de otra manera cambian a las personas relacionadas. El que comenzó siendo para nosotros historiador, fue siendo menos “historiador” y yo que era un psicoanalista formado en los ‘60 fui siendo menos un estereotipo del psicoanalista clásico de los ‘60. Él decía que cambió su modalidad de pensar y otro tanto podía decir yo. De historiador de los hechos del pasado a historiador de las ideas y luego de las mentalidades. Después el intento de historiar los hechos actuales, lo cual nos acercaba a la política. Mucho tiempo pasamos leyendo el libro de Romero. Creo que se llama Historia de la mentalidad burguesa, un libro breve si se quiere, finito, no de dos o tres tomos. Entre ambos se fue dando el sacudimiento de un pensamiento único, central, monocéntrico. Crisis de la noción de “mono” con toda su implicancia social, religiosa, política, y por lo tanto de mi forma de pensar.



La vinculación con Ignacio me significó dar lugar a las formulaciones de la presencia en su relación con la ausencia, de la interferencia en relación con la transferencia, entre sexualidad y poder como dos universos en relación. Ignacio tenía la llave de entrada al espacio donde moraba Badiou y el acontecimiento, su interpretación de San Pablo, sus ideas sobre el amor, la política y la poesía. Por ahí, cerca de Badiou andaban las ideas de Foucault, Levinas. Antes de eso me había hecho la cabeza con Levi Strauss, aunque eso que era antes en mi cronología viene después a ocupar su lugar en estas cuestiones y está bien, no hay porque seguir el mismo orden.



Varios y cada uno de nosotros tuvimos una relación singular con Ignacio aunque todos y cada uno pensáramos que era una relación única. Es lo cuestionable de lo único y debiéramos preguntarnos qué es lo único y que finalidad cumple. ¿Por qué deberemos ser queridos como únicos? La respuesta convencional de que madre hay una sola tiene que ser cuestionada y revisada como una creencia, quizá occidental, quizá mística, quizá de naturaleza biológica. Solemos decir que el amor de una madre es único pero, sin restarle un ápice de valor, creo que no es así. Es uno de tantos amores “únicos”, distintos entre sí. Quizá haya una escala de condicionalidades.







- ¿Qué motivó su interés en el tratamiento de familias y parejas?







- Se me pierde que me motivó inicialmente. Preferiría responder que me motiva ahora. Me despierta una enorme curiosidad desentrañar qué y cómo hacen dos personas (una pareja, o algunas más si son una familia y luego, aparte, un conjunto de personas, tales como un conjunto social o político), para decidir estar y hacer juntos. Respecto de las parejas y familias también me motiva el conocer que los lleva a no separarse a pesar del sufrimiento, grande a veces, que surge de estar juntos. Es decir, me motiva el misterio de los vínculos. Como mi perspectiva es psicoanalítica se añade como motivación el buscar herramientas clínicas para tratar a las parejas y familias con dificultades derivadas no solo de lo individual sino de la modalidad de estar ligadas.











- ¿Cuáles son las resistencias más arraigadas que aún en la actualidad persisten en relación al psicoanálisis que no sea individual?







- Una precisión sería que resistencia es la oposición del yo a lo que proviene del mundo pulsional, de las representaciones inconscientes prontas a hacerse conscientes. Lo que se opone en la relación entre dos personas prefiero llamarle “obstáculo”. Un obstáculo para pensar lo vincular es considerar al otro como una prolongación de lo individual, llámese identificación proyectiva, proyección de un aspecto del yo o del superyó, de un objeto total o parcial. Difícil hacer algo con otra persona con una marca de ajenidad. Pero esto no solo es una resistencia del psicoanálisis llamado individual, también es de nuestro mundo occidental como bien se puede ver en la noción de ciudadanía. Son ciudadanos no todos los que viven en un país sino los que pertenecen a esa nacionalidad. Los otros, los extranjeros que trabajan, intervienen en la economía, los que no pertenecen al estado aunque viven, trabajan y tienen hijos en él, son ajenos y obligados a vivir en el borde. En caso de apremio se puede impulsar el hecho de adjudicarles las dificultades del estado y tratar de expulsarlos o eliminarlos. Otro tanto sucede desde el punto de vista religioso, son ajenos los de la otra confesión y eso trae como efecto el movimiento de convertirlos, no de establecer una relación con ellos, relación “entre”. O sea que el psicoanálisis forma parte de esta modalidad de cultura.







- ¿Cuáles los obstáculos más difíciles con los que se ha encontrado?







- Se derivan de la respuesta anterior y agregaría que las inconsistencias de la noción de “representación”. Actualmente está habiendo una crítica en filosofía, historia, sociología y en parte, reciente todavía, en psicoanálisis. Nuestras ideas de vínculo trascienden la noción de representación en tanto monocéntrica, como única manera de pensar la relación con el otro y con los otros. Esto se da cuando se piensa al otro como una proyección del yo y de sus imágenes y sentimientos internos, derivados de las vivencias del mundo infantil. Lo que decimos es que a esa constitución del otro, proyectiva, se le agrega la presencia del otro, que tiene lugar y poder como una entidad con vida propia y ajena a nuestras imagos, a la que tendremos que hacer lugar en nuestra vida, no solo como algo que investimos desde nosotros sino como algo con valencias propias, que tratarán de hacer un lugar en nosotros, lugar que no había previamente al encuentro con ese otro.







- En el año 1992 recibió en Estados Unidos el premio Mary S. Sigourney por contribuciones sobresalientes al campo del psicoanálisis y la psiquiatría. ¿Podría resumir brevemente sus aportes más destacados?







-Diría que fue un premio a la obra que consistió hasta el 93 en un reconocimiento a los estudios y la apertura del campo de las familias y las parejas así como su difusión a través de los libros que había publicado hasta ese momento. Para mi significó haber logrado crear un lugar para un área que hasta ese entonces no lo tenía en el ámbito psicoanalítico, cuyo desarrollo y riqueza era el conocimiento de las capas profundas de la mente. Ahora podría agregar el conocimiento de las áreas profundas de las relaciones con los otros, que eso es el vínculo.







- En Del ser al hacer, hace referencia a desarrollos de Melanie Klein, Levi Strauss, Lacan y Levinas como influencias en su recorrido, pero aclara que “vínculo”, “lo vincular” es “independiente de ese punto de partida... es una idea propia”. ¿Qué es lo propio de estos conceptos?







- En este momento no puedo recordar exactamente lo que dije en el libro para señalar la diferencia entre origen y punto de partida. Cuando se piensa en el origen todo lo que sigue lleva esa marca en el orillo. El punto de partida es lo que el sujeto comienza en otros momentos de su vida, pensando que este comienzo no es derivado de aquello llamado origen. La vida de cada vínculo tiene un momento originario, perdido y recuperado por los relatos míticos. Y cada vínculo tiene puntos de partida de experiencias que no había tenido antes. El tema es que las personas pueden no admitirlo y lo cuentan como derivado de un origen. La vida vincular está llena de estas superposiciones.







- En Familia y Enfermedad Mental refiere que hasta el momento (la última edición del libro es del año 2001) había podido sistematizar 3 etapas siempre presentes en el desarrollo de la estructura familiar. Luego agrega que “la investigación de estas etapas nos permitiría profundizar el estudio evolutivo de la organización del grupo familiar ¿ha podido avanzar en su anhelo y de ser así a qué nuevas conclusiones ha arribado?







- Puede ser que en esa época hubiera persistido en mi pensamiento una marca de lo “evolutivo”, criterio importante de lo que llamé anteriormente “psicoanálisis clásico de los 60”. El libro Familia y Enfermedad mental tuvo su primera edición en 1976 y llevó dos o tres años escribirlo. Solo anecdóticamente le diré que originalmente había escrito un libro con una parte I: Estructura de la Familia y una parte II: Estructura del complejo de Edipo. Pero el editor de la entonces Paidos, Jaime Bernstein -que me trató con muchísimo cariño y además me señaló como autor primerizo que era, el camino editorial, el de escribir libros- me dijo que así con tantas páginas no convenía editarlo. Para que el lector tenga la idea de que lo va a leer, la cumpla después o no, convenía que contenga alrededor de 200 páginas. Entonces fueron dos libros. El segundo, Complejo de Edipo. Estructura y significación me parece que es importante pero no tuvo la difusión, extensión e impacto del primero, Familia y Enfermedad mental.







- Usted le otorga una importancia fundamental a la familia materna y establece una estrecha vinculación entre esta y los síntomas del hijo, ¿Por qué? Por otra parte, hasta donde he podido seguir sus textos siempre se trata de varones ¿Sería lo mismo si fuera una hija?







- La pregunta acerca del porque de la importancia de la familia materna me despierta ternura. ¡Tantas veces me lo preguntaron, aquí y en el extranjero, tanto en Suecia como en Israel, en Italia y España como en la costa este u oeste de EEUU¡ Esto me llevó a preguntarme porque las personas se sorprendían tanto con esta cuestión de la familia materna y preguntaban por qué no la familia paterna. ¿Cuál es la necesidad de la simetría? Hombres y mujeres son seres humanos, pero eso no nos explica mucho. Hombres y mujeres son semejantes, diferentes y a la vez ajenos entre sí y con eso han de tener que hacer.



¿Por qué la familia materna? Uno, porque es un observable, tanto más cuando el funcionamiento familiar es más regresivo, más cerca de las leyes de la naturaleza y más lejos de las de la cultura. Aunque no me gusta la denominación pero para los que tienen predilección por las clasificaciones psicopatológicas se trataría de aquellas familias con un funcionamiento psicótico o, menos me gusta aún, allí donde hay un miembro psicótico. Dos: porque hay argumentos antropológicos basados en la localidad de la pareja, como se llama en las tribus primitivas, al lugar donde residen, distribuidas a predominio del clan materno (matrilocales) o de algún representante paterno (patrilocales). Dado el embarazo y su duración, para que el hijo-nuevo miembro, pertenezca a esa comunidad, la madre debería quedarse más tiempo con su clan, persistir en la matrilocalidad. Quien embaraza a la madre puede irse a su clan porque cumplió su papel de fecundador. A los efectos de tener y retener al hijo hay un predominio de la tendencia matrilocal. Tres: porque el lugar del representante materno es simbólico, quiere decir que no es una persona precisa sino alguien que cumple un papel: dador de la mujer. Recordemos aquello de “pedir la mano de la hija” al dador de la hija. Y cuatro: desde los trabajos de sexualidad femenina, se sabe en la conceptualización freudiana que el complejo de Edipo del varón es diferente al de la nena. Quizá por eso, dice Freud, las hijas a diferencia de los hijos, quizá nunca terminan de cortar el lazo con su familia de origen.







- En Del ser al hacer señala que -voy a enunciarlo muy brevemente- en el análisis de familia hay dos caminos: uno el de la determinación histórica y el origen, el otro el de los efectos producidos por el trabajo realizado por los miembros de la familia y el terapeuta. Luego agrega: “creíamos que este segundo efecto derivaba del primero como su consecuencia implícita, y hoy pensamos que son dos caminos que se acercan asintóticamente” ¿Qué lo hizo cambiar de parecer?







- Hay un pensamiento, psicoanalíticamente mayoritario que dice que las experiencias infantiles, los traumas tempranos llevan a la mente a una suerte de repetición en la elección de objeto para la conformación de una pareja y luego en la transmisión transgeneracional a los hijos. Comparto esta visión, la trabajo y ayudo a aliviar el sufrimiento por el camino de la elaboración. Y digo que también hay un sufrimiento derivado de la pertenencia a esa pareja o a esa familia derivado de las opciones que hicieron y más aún analizando la persistencia de ellas. Incluyo un espacio para el azar allí donde se obstruye por la explicación de la repetición. También mostrando las diferencias que nunca pasarán a semejanza, el duro trabajo de y con la ajenidad del otro, la apertura del campo de las decisiones ayudando a aceptar las nuevas marcas por pertenecer a esa pareja y no a otra, a esa familia y no a otra.







-En el mismo texto consigna que: “Se requiere haber pasado por un análisis vincular para adentrarse en el análisis de los conflictos vinculares de las relaciones entre otros, uno de los cuales es el propio sujeto”. ¿Cómo sería ese análisis vincular?, ¿Sería necesaria la presencia de esos otros con quienes el analista teje sus vínculos?







-Efectivamente la presencia de los otros dibuja otro campo diferente al de la representación de esos otros tal como aparece en las sesiones individuales. Y la relación con los otros se hace en un análisis vincular.







- ¿Se podrían situar marcas epocales en las consultas que sobre familia y pareja se realizan en la actualidad, diferentes a las de sus comienzos en la práctica clínica? De ser así ¿cuáles destacaría?







- Solo podría dar una impresión descriptiva. Se me presenta en esta última época lo derivado de la dependencia a las drogas. Por otra parte el modelo de separación de pareja -ante los padecimientos e infortunios del vínculo- lleva a que las entrevistas de pareja estén más presentes. También, derivados por algunos juzgados se presentan, en algunos lugares con experiencia, los sufrimientos vinculares efecto del abuso sexual y de ello lo que con mucha experiencia judicial llaman “el abuso del abuso”. Hay una mayor amplitud en los terapeutas, así como en las personas en relación a que el tratamiento vincular de pareja o de familia es una posibilidad además de la terapia individual.







- Otro de sus planteos apunta a diferenciar las relaciones familiares de la estructura familiar. Las primeras estarían dadas por lo diverso o singular, lo explícito y perceptible por la conciencia, mientras que la segunda constituye lo unificador, general, implícito que ubica en términos de lo inconsciente. ¿Las familias monoparentales tendrán incidencia en estos universos? y de ser así ¿cuáles podrían ser las más destacadas?







- Las familias monoparentales son una forma de familia, entre otras. Pasa que los acontecimientos ocurren y las explicaciones vienen luego. Al comienzo las explicaciones derivan de las formas familiares anteriores. Lo que intento decir es que vamos a tener que esperar a saber más para responderle. Por ejemplo me viene a la memoria que una colega acaba de hacer una tesis, donde me tocó intervenir, publicado luego como libro sobre ese tema.







- En Devenir otro con otros propone -a partir de lo vincular- que las nociones de presencia, ajenidad e imposición relativizan la idea de desamparo inicial como central en el origen del psiquismo. ¿De qué manera esta concepción incide en la práctica clínica?







-Amplía las herramientas conceptuales y técnicas. Me doy cuenta que es difícil aceptar que éstas pueden incluir junto a las ideas iniciales del psicoanálisis, las basadas en la concepción freudiana de desamparo originario, las de que el “ahora” da lugar a elementos psíquicos nuevos, que no tenían origen previo. Hay momentos de interpretación en base a desamparo originario y nociones derivadas: puntos de fijación, series complementarias, naufragio del complejo de Edipo, transferencia, reconocimiento de las diferencias, etc. Y hay momentos de la misma sesión, de otra u otras sesiones donde se deberá trabajar el “ahora”, pero no solo el ahora transferencial sino el ahora de la interferencia, el hacer con la otredad y las presencias, la del paciente y la del analista, con las peculiaridades del vínculo, pensado en sus diferencias de la relación de objeto, etcétera.







- Sus ideas lo han llevado a reformular la noción de asimetría entre analizando y analista, ¿Esto introduciría cambios en la técnica?







- Voy a decir, brevemente, que de los planteos vinculares deriva considerar la asimetría y la simetría entre ambas presencias, del analista y del paciente. Así mismo deberemos considerar la relación madre-hijo como simétrica, por ejemplo que el hijo determina a la madre como esta lo hace con aquel. Y también deberemos trabajar con la asimetría entre, por ejemplo, pecho-pezón y boca. De la misma manera se podría ampliar la comprensión de lo que se da en una pareja en su simetría y asimetría vincular







- Siguiendo el planteo anterior a la hora de pensar la transferencia sugiere incluir la noción de interferencia, ¿Cómo surge este concepto?, ¿Qué elementos de la clínica lo han llevado a su formulación?







- El último capítulo de El Sujeto y el otro: de la ausencia a la presencia trataba sobre la transferencia y me preguntaba si considerarla hecho nuevo o repetición. Me rondaba la idea que si era un hecho nuevo habría que buscar otro nombre. Como derivaba de lo que se producía en el espacio “inter”, el nombre apropiado me pareció “interferencia”. Describe todo otro campo que no excluye ni saca del medio la transferencia sino que amplía el campo psicoanalítico. En el futuro se tendrá acceso a otras áreas de la mente así como del campo terapéutico. A veces solemos enfatizar esta multiplicidad sugiriendo sustituir la “o” por la “y” de las alternativas que lleva la primera a la exclusión y a las opciones únicas y la segunda a la inclusión de distintas producciones.

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