-Vámonos-dijo un día Valentine-. Volemos y vivamos por siempre.
-No podemos-Dijo Valentine-. Hay milagros que ni siquiera la relatividad puede hacer, Ender.
-Tenemos que irnos. Aquí soy casi feliz.
-Quédate entonces.
-He vivido demasiado tiempo con el dolor. Sin él, no sabré quién soy.
Se embarcaron en una astronave y fueron de mundo en mundo. Allá donde paraban, él era siempre Andrew Wiggin, portavoz itinerante de los muertos, y ella era siempre Valentine, historiadora errante, que escribía las historias de los seres vivos mientras Ender narraba las historias de los muertos. Y Ender llevaba siempre consigo un capullo blanco y seco, en busca del mundo donde la Reina-Colmena pudiera despertar y desarrollarse en paz. Buscó durante mucho tiempo.
"El juego de Ender" Orson Scott Card.
El juego de Ender, me han hablado muy bien de ese libro, pero no lo he leido. Yo te recomiendo "Pórtico" de Frederik Pohl. Comienza así:
ResponderEliminar"Me llamo Robinette Broadhead, pese a lo cual soy varón. A mi analista (a quien doy el nombre de Sigfrid von Schrink, aunque no se llama así; carece de nombre por ser una máquina)...".